Desde hace tiempo, casi desde que tenemos uso de razón, muchos de nosotros hemos viajado. Recordamos los primeros viajes con nuestros padres a la playa, con nuestros amigos en el camping, o con nuestras parejas por nuestros destinos preferidos. Recordamos todo aquello que nos hacía felices, aquello que era una experiencia nueva y cien por cien auténtica.
Estamos en un momento incierto, donde todo es posible, donde debemos volver a enamorar. Sea como fuere, debemos volver a conectar con el turista. Es un momento de incertidumbre y desconcierto, los números no nos salen por ninguna ecuación, pero las ganas y la positividad nos ayudan a mantener el nivel.
Venimos de una realidad, donde empezábamos a sufrir el turismo de masas en las grandes ciudades, en las playas, en los aeropuertos, en los monumentos, en casi todos sitios. Desde el 11S todo cambió, la seguridad aumentó y los controles se hicieron normales, y hasta entendibles. Pero hoy la realidad es otra, y se llama sanidad, o limpieza, o distancia, o la garantía de que todo va a salir bien.
El próximo objetivo, el próximo trabajo, la próxima tarea, la debemos centrar en la mejora de la experiencia, porque es ahí donde radica todo, en volver a enamorar al turista. Los equipos ágiles y las estrategias claras serán las ganadoras. El turista buscará simplicidad, coger el coche, tomar un tren, viajar por España. Las marcas deben empezar a trabajar ya en los contenidos y en el diseño de estos nuevos productos, que enamoren y que enganchen al turista para volver a seducirlo. Hay que trabajar en nuevos proyecto, más realistas, auténticos y personalizados, centrados en el cliente y en sus nuevas necesidades.
La comunicación puede ayudar a las marcas a diferenciarse, a crecer en valor. Por la confianza, por la sanidad, por la exclusividad, por el producto o por la oportunidad de crear algo nuevo. Debemos trabajar mucho en la simplicidad de los procesos, en las garantías, la información, la accesibilidad, las promociones, los reembolsos, etc.
La realidad nos está mostrando que todo ha cambiado, y no verlo, parecería un error. No podemos seguir haciendo lo mismo. La digitalización es clave en este punto, así como la innovación que la marca aporta al mercado, por que con ello, está aportando valor agregado a su producto.
Es cierto que el camino es duro y hay poco margen de acción, pero hemos olvidado que tenemos una herramienta en cada empresa, que se llama talento interno. La formación nos puede ayudar a desarrollar nuevos perfiles y nuevas ideas. Áreas olvidadas como la creatividad y la gestión eficaz de los equipos, ofrecen nuevas oportunidades hoy a las marcas.
Hay que dejar más control al cliente, para que sienta que la situación está bajo su mando, que se ajusta a sus necesidades, qué es lo que él buscaba y que por fin lo ha encontrado. Y para ello, de nuevo la tecnología nos puede ayudar a rediseñar procesos, productos y requerimientos por parte de los clientes, que demandan más información y más control sobre sus actuaciones.
Marcas suaves y humanizadas en las experiencias, serán también pilares del futuro. Acercar al cliente a las marcas y a sus valores, con la sostenibilidad en el horizonte cercano.
En resumen, hay que volver a escuchar al mercado y sus necesidades, escuchar al turista, para desarrollar equipos ágiles y profesionales, personalizar experiencias, digitalizar productos y servicios, y apostar ya de manera clara, por la innovación y la creatividad para reconectar con los turistas.
¿Te atreves a sumarte a esta nueva realidad?