Una vez que parece que la tendencia comienza a cambiar en todos los sectores, debemos empezar a estudiar, diseñar y trabajar en las marcas más que nunca. Si algo nos ha enseñado la pandemia, es que todo ha cambiado. El impacto brutal de los productos en Internet y la mejora continua en la experiencia de los Servicios, marcaran la diferencia a partir de ahora.
El principal embudo de estos cambios ha sido la experiencia de trabajar y vivir más que nunca en nuestras casas. Eso ha redefinido nuestra realidad, en las forma de trabajar, de comprar y de vivir; también ha modificado el modo en que nos expresamos y la manera en la que consumimos, desde los contenidos hasta los productos.
Igual que los consumidores, las empresas también se han ido adaptando a esos cambios. Las marcas han tenido que ser más imaginativas que nunca para encontrar nuevas formas más innovadoras de conectar con los consumidores, lo que no deja de ser importante.
Vamos a analizar cuatro tendencias que están contribuyendo de manera muy positiva a mejorar las relaciones de empresas con clientes y de empresas con empresas.
Experiencias útiles y verdaderas
La aceleración en la adopción y transformación digital, sobre todo en lo referente al comercio electrónico, es una de las tendencias más evidentes que nos ha dejado la pandemia y con la que seguramente nos sentiremos muy identificados en el presente y en el futuro de las empresas. es una tendencia que marcará el rumbo de los próximos años, la apuesta por todo lo digital. En España hemos avanzado casi 5 años en transformación, gracias al uso de las Tics en los últimos meses, y los ratios de uso se disparan por encima de los 3000% con respecto a las cifras previas al Covid19.
El hecho de que cada vez más consumidores puedan disfrutar de las ventajas de estas experiencias está modificando su comportamiento y, lo que es más importante, sus expectativas. Por ello, para un mayor número de empresas y marcas, el entorno digital dejará de ser un simple canal de ventas más y se convertirá en una herramienta con la que podrán ofrecer experiencias innovadoras y transformadoras centradas en los usuarios, que favorecerán la fidelización.
Apuesta por lo local pero con conciencia colectiva
Las restricciones en los desplazamientos, las órdenes de confinamiento y las medidas de distanciamiento físico han dado un giro a nuestras vidas y nos han hecho más conscientes del valor que tienen nuestras comunidades locales. Lo hemos visto reflejado en redes sociales y buscadores, donde el aumento de estas búsquedas para apoyar a empresas locales, crecieron más de un 20.000 %.
No obstante, esto no significa que nos estemos encerrando y aislando del mundo. También buscamos una mayor conexión con lo global y lo colectivo. Si, por un lado, nuestras acciones favorecen a las comunidades locales, por otro, somos más conscientes de la interrelación que existe a nivel mundial en todo lo que hacemos a diario.
Toda esta situación hará que los consumidores tengan un mayor sentido de comunidad y sean más conscientes del papel que desempeñan en la humanidad. Las marcas, por su parte, se verán obligadas a establecer una comunicación más profunda con los consumidores que, tanto a nivel físico como mental, están más presentes y se muestran más empáticos con el mundo que les rodea, impactando directamente sobre la reputación digital de las marcas que deberán apostar por esta nueva área de trabajo.
Las marcas y sus valores
El COVID19 nos ha obligado a repensar, a replantearnos nuestra forma de vida, para no funcionar siempre como autómatas. A muchos de nosotros el largo periodo de aislamiento nos ha servido para ahondar en lo más profundo de nuestra mente y replantearnos aspectos fundamentales de nuestras vidas, como la felicidad, la familia o la salud. Somos muchos los que estamos «mudando la piel» en un intento de encontrar lo mejor de nosotros mismos y ser más consecuentes con el futuro.
Esta transformación no solo está relacionada con nuestros valores, sino también con las marcas, con lo que consumimos, buscamos y compramos. Este cambio de mentalidad se ve ya reflejado en nuestras decisiones de compra y en las percepciones que tenemos de las marcas. Las compras sin sentido, el consumismo excesivo, choca con nuestro nuevo YO, para ser más coherentes con la persona que queremos ser y con la que podemos ser, económicamente hablando. En otras palabras, las nociones del «valor» y/o los «valores» seguirán convergiendo, independientemente del precio de los productos.
Por ello, las marcas deberían contribuir cada vez más a hacerlo posible, ya que no solo se pueden limitar a exponer sus valores de marca sin sentido ni justificación, sino que deberán adoptar nuevos caminos para conseguir reconectar a los clientes, con sus productos y servicios como elementos diferenciadores con verdadero valor de marca.